Desde
hace unos años Facatativá ha empezado a crecer aceleradamente a nivel de
comercio, hoy por hoy más almacenes abren sus puertas para ofertar bienes o
servicios a la comunidad Facatativeña, algunos administrados por personas que
han vivido aquí por años y muchos otros
como la iniciativa de una MIPYMES que
algún forastero quiso echar a andar, ese es el panorama que se ve actualmente y
entreteje una serie de relaciones complejas entre quienes venden y compran.
El
equipo de trabajo de esta sección recorrió la calle 5ta desde la catedral hasta
el batallón y luego la carrera 5ta desde el supermercado Cundinamarca hasta el
parque Santa Rita, en este recorrido se le dio una mirada al comercio que habitualmente
se encuentra un día domingo por los senderos de la quinta con quinta.
Se
encontró que los domingos muchas personas salen en familia a realizar alguna
actividad juntos, ya sea ir a misa, asistir al culto, ir al parque, almorzar en
un restaurante, a jugar con sus mascotas o simplemente caminar, así muchos domingos se
vuelve meses en los cuales entre calles
el niño se transforma en joven, el adulto en viejo y este ultimo termina recorriendo la calle quinta
desde la catedral hasta llegar al cementerio. Es así como caminando las calles
del “cercado fuerte al final de la llanura” como traduce el nombre de esta
bella ciudad, se puede ver la oferta que celebra la vida o que hace más
llevadera la muerte, desde La Catedral donde se dan ritos para el nacimiento y
la muerte pasando luego por asaderos, panaderías, tiendas de ropa, calzado,
misceláneas, supermercados, carnicerías, cevicherias, muebles, servicios de
internet, contaduría, karaoke, tabernas, discotecas, floristerías y demás hasta
llegar a los servicios finales que prestan las funerarias de la zona.
Mientras se veían los locales llenos de gente, no se pudo ser
indiferentes a cómo las personas con el tiempo se han vuelto distantes y la
comunicación verbal brilla por su ausencia, pero que interesante fue ver los
cuerpos que piden permiso para seguir o se detienen para dejar pasar, una
prueba contundente de la importancia de comunicarnos unos con otros.
Para
ir cerrando el relato de esta experiencia solo resta decir, que las calles que
en antaño eran sinónimo de tranquilidad y silencio, hoy se prenden con el sonar
de ofertas, los sentimientos de recogimiento y reflexión ahora hacen parte de
las anécdotas de los abuelos, anécdotas que dibujan un lugar que nunca se
volverá a pisar.
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