Se abre el día
sobre la sabana de Bogotá y el sol da
forma a las siluetas negras del parque Arqueológico de Facatativá.
Allí se
llega por una veloz autopista a una hora de Bogotá hasta una solitaria calle que lleva al parque. Apenas empieza el día, el parque se llena de gentes que desean disfrutar de un día en
familia; el sol, el lugar, todo se presta para pasar un gran rato, con el paso
del tiempo aparece el deseo natural de comer y con el nuestro recorrido por la
variedad de comida que se puede degustar haciendo el trayecto de la plaza
principal hasta el parque.
El despliegue de
olores, sabores, colores empieza en la esquina de la casa de la cultura, el
coco con panela que venden en bolsitas
de papel, al frente entre verdes y amarillos
encontramos los mangos ácidos y dulces según su color, mientras a lo lejos, en
la plaza, varios niños tratan de sacar
del empaque plástico hasta la ultima gota de su descongelado bon ice, caminando
unas cuadras hacia el parque arqueológico hace presencia el olor grasoso de la
comida callejera. ..
Grita una mujer
mientras extiende un trozo de rellena y agita la mano tratando de disipar el
humo que no nos deja ver con claridad el manjar criollo que nos ofrece, de esa
enorme variedad no podríamos hacer una descripción detallada sin llegar a caer
en la tentación del antojo por alguno de ellos… ponga pues atención:
Chicharrón,
hígado, bofe, chunchullo, patacón, rellena, mazorcas, papa criolla y de la otra,
plátano, guacamole, chorizo, carne de res. Todo esto servido a los comensales
en mesas a la orilla de la calle, bocado aquí, bocado allá y un sorbo de cerveza fría para bajar la
empanadita que hace las veces de postre, una limpiadita de bigote, una
chupadita de dedos y uno que otro trozo de comida que se escapa de la boca… ¡ahhh, y casi lo olvido! La ancestral chicha de maíz que antes acompañaba
las fiestas rituales de los muiscas ahora se compra a 4000 pesos en botellas de
coca cola.
Algunos no se
dejan impresionar por esos deleites preparados por extraños y prefieren llegar
con tremendas ollas que terminan repletas de sancochos de gallina criolla
encima de una hoguera de algún fogón dentro del parque, esta seria la manera
mas tradicional de alimentarse ya que estamos de acuerdo en que alguna vez todos lo hemos hecho con nuestra familia.
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